La primera publicación de María en 1867 se inscribe en un momento de profundos cambios económicos y debates de orden político y social frente a las emergentes propuestas de un proyecto de nación. Este período de transformación ha sido ampliamente estudiado por la historiografía reformista colombiana, que como apunta Jaime Jaramillo en uno de sus estudios sobre las Sociedades Democráticas, fue aquella que tendió a identificar la segunda mitad del siglo XIX con la verdadera independencia política y económica del país. De acuerdo con esta perspectiva, se ha pensado que los procesos de “descolonización”, es decir, de abandono y transformación de las estructuras coloniales de la Nueva Granada comenzaron en realidad con la cadena de revoluciones de la década de 1850; producto de los conflictos que surgieron en torno a la necesidad de plantear proyectos para construir una nación estable y próspera, y modelos de gobierno capaces de “civilizar” al país. Así pues, en razón de las diversas propuestas que surgieron, se comenzaron a formar facciones políticas oponentes, que con el tiempo se consolidaron en los partidos liberal y conservador. El debate bipartidista fue uno de los principales motores de inestabilidad política que marcó la segunda mitad del siglo XIX en Colombia, pero a esto se sumaron también las crisis fiscales que obstaculizaron el comercio con el exterior, la proliferación de conflictos armados como manifestaciones de la participación política, la tensión entre líderes eclesiásticos y dirigentes liberales, la pobreza y el analfabetismo de la gran mayoría de la población, y la precariedad del sistema de transporte y de comunicación a lo largo del territorio.
Ésta es, a grandes rasgos, la situación política y económica de la Colombia en la que se ubica Isaacs para escribir su novela, y además, la que sirve de escenario narrativo para la historia de amor entre Efraín y María. Asimismo, ese proyecto de nación anteriormente mencionado y tan debatido en la época, aparece en la obra como subtexto, refiriendo los conflictos sociales entre los grupos subalternos y las élites, las tensiones del sistema patriarcal en que se basaban el hogar y la nación, y los intereses políticos y económicos de las élites hacendadas caucanas.
Dado que María ha sido reconocida desde poco después de su publicación hasta la actualidad como una muestra de la producción cultural de la época y una novela histórica inmersa en el proyecto de fundación nacional, me gustaría hacer un breve análisis de su contenido, tomando en cuenta las condiciones históricas bajo las que fue producida. Con esto, quisiera demostrar que existe un estrecho vínculo entre la ficción romántica de Isaacs y la realidad histórica del país en su momento. Sin embargo, más allá de esto, lo que me interesa es hacer una invitación a considerar la literatura ficcional como una fuente histórica válida, lo que en otras palabras significa arriesgarse a darle mayor cabida a la imaginación en el discurso histórico. Dicho esto, a continuación se propondrá estudiar el papel de una novela histórica como María dentro de su contexto, para ver hasta qué punto puede ésta ser considerada un “complemento de la historia”, como apuntó la maestra Doris Sommer.
La función de la novela histórica ha sido detalladamente estudiada por Doris Sommer en su obra Foundational Fictions. Según el capítulo titulado “Cuando la historia fue romance en Latinoamérica”, los romances históricos como María fueron producidos bajo una concepción de literatura estrechamente ligada al ámbito político. Para Sommer, lo que mejor ilustra esta relación entre literatura y política es el hecho de que los autores de los romances casi siempre hicieron parte de los “padres de las naciones”, y por lo tanto, tuvieron la posibilidad de aportar a los proyectos de nación tanto desde sus cargos gubernamentales, como desde sus escritos ficcionales. En este modelo encajan por ejemplo el poeta, legislador y educador venezolano Andrés Bello, y el reconocido héroe nacional cubano, José Martí. En muchos casos, el éxito político o económico de una figura reconocida como ellos terminó permeando su trabajo literario y permitiéndole un mayor acceso al público y a la buena crítica. Sin embargo, este proceso también podía darse a la inversa, como sucedió en el caso de Isaacs. Dado que el escritor venía de una familia acomodada, la eminente calidad de su literatura y el estatus social e intelectual adquirido luego de su publicación, pudieron facilitar su entrada a la política. Jorge Isaacs fue un claro miembro de este grupo de hombres de Estado que a su vez fueron letrados. Nacido en Cali en 1837, tuvo la oportunidad de experimentar la vida idílica y patriarcal de la hacienda El Paraíso, donde se sitúa María. Fue criado en una familia que a pesar de perder su fortuna mantuvo un alto estatus social, y durante la redacción de su novela ejerció el cargo de subinspector del camino de herradura entre Buenaventura y Cali. Estos datos demuestran que Isaacs, conforme al modelo del típico escritor romántico del siglo XIX latinoamericano, estuvo inmerso tanto en la producción cultural del país como en su ámbito político-administrativo.
Dado esto, cabe pensar que el surgimiento de María responde a un interés no solamente escritural o estético sino también político e ideológico. Según el planteamiento de Sommer, ésta al igual que otras expresiones de la cultura local latinoamericana cumple una función en las dinámicas sociales, culturales y políticas del momento: ampliar y difundir un imaginario colectivo necesario para la unificación e identificación con la nación. Es por esto que tiene un carácter edificante y comprometido con los intereses políticos y sociales involucrados en la construcción de nación. No cabe duda, entonces, de que para lector no debería ser posible leer ésta novela sin involucrarse en el discurso didáctico que supone entre líneas, pues, como afirma Sommer, ésta tiene el propósito de “enseñar a la gente sobre su historia, sus costumbres, sus ideales y sentimientos”.
Dado esto, cabe pensar que el surgimiento de María responde a un interés no solamente escritural o estético sino también político e ideológico.
En razón de esto, Sommer plantea que la literatura romántica latinoamericana del siglo XIX debe ser pensada como un “complemento de la historia”, es decir, como un medio alternativo para llenar los vacíos que ésta puede dejar abiertos por falta de fuentes o por restringir la facultad explicativa de la ficción literaria. Me atrevería a agregar que este planteamiento de Sommer sirve para pensar cualquier tipo de literatura, no solo la perteneciente al periodo que ella estudia, que por tratarse de un producto cultural está estrechamente emparentada con la disciplina histórica, y nos habla del pasado de diversas maneras. Los textos literarios, pensados aquí como representaciones ficcionales del mundo, funcionan como una herramienta de explicación histórica en la medida que dan cuenta de procesos que transcurren en el tiempo, y al hacerlo, necesariamente proyectan, de alguna u otra manera, el contexto en el que fueron concebidos. Con esto en mente, propongo leer María como un relato que desde la ficción responde a las preocupaciones e intereses individuales de Isaacs pero que más allá de esto, le cuenta al lector de manera libre y abierta cómo era la vida de una familia acomodada en el Cauca del decenio de 1860; cómo se relacionaban los amos con los esclavos y montañeses que estaban a su servicio; cómo era el lenguaje y el trato entre las mujeres de la casa y los hombres comprometidos con la ajetreada vida pública; cómo se vivía el ámbito rural y cómo el urbano; o qué se pensaba de la naturaleza local en contraposición de lo que se imaginaba sobre la Europa civilizada y radiante. Puesto que Isaacs proyecta su novela basado en referentes puntuales de su contexto, y aunque así no lo hiciera, ésta difícilmente podría ser separada de las condiciones históricas en que fue creada, su contenido necesariamente entra en diálogo con el campo de la historia. Si bien esto es apenas un abrebocas para un verdadero análisis histórico de María, de todas maneras sirve como una invitación a tomar en cuenta su validez en la comprensión del pasado.
FECHA DE ACEPTACIÓN: 1 de julio de 2016
Bibliografía
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Isaacs, Jorge. María. Bogotá: Casa Editorial El Tiempo. 2000. Impreso.
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Jaramillo Uribe, Jaime. “Las sociedades democraticas de artesanos y la coyuntura politica y social colombiana de 1848”. Publicado por la Universidad Nacional. Web. URL:
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http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/viewFile/36322/37897. (9-10-2015, 2:05 p.m.)