“La historia es la ciencia de síntesis por excelencia y la que puede brindar un mayor conocimiento de la realidad social”1

Hace un año falleció Jaime Jaramillo Uribe (1917-2015).  Aunque su papel protagónico en la profesionalización de la disciplina histórica en Colombia es reconocido ampliamente, el legado de Jaramillo va mucho más allá de ser el ‘Padre de la Nueva Historia’ en nuestro país. Por eso, desde Menocchio queremos resaltar algunos rasgos clave de su obra y vida intelectual.

Desde antes de la fundación del Departamento de Historia de la Universidad Nacional en 1962, Jaramillo Uribe se preocupó por la forma como se había escrito la historia del país. Y esta preocupación también se entendía en la forma como los historiadores estaban asumiendo su rol en la sociedad colombiana. Los usos ideológicos que se le había dado a los trabajos de historia preocupaban a Jaramillo Uribe, pues veía en ellos luchas partidistas que desconocían otras realidades nacionales. Su primera gran obra, El pensamiento colombiano en el siglo XIX, se puede leer como una denuncia al papel que ha tenido la ideología en los trabajos de historia, a la vez que es un trabajo donde se indaga por la faceta espiritual de la construcción de los distintos proyectos nacionalistas de Colombia.

Sin embargo, la labor de Jaramillo Uribe no se quedó en la crítica. El mismo año que fundó el departamento de historia creó el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, una revista académica en la que se publicarían investigaciones históricas con aproximaciones teóricas novedosas. La elección del término ‘cultural’ (en vez de ‘económica’ o ‘política’) da ejemplo de la forma como el historiador entendía la disciplina: una historia amplia, enriquecida por el aporte de otras disciplinas y por el uso de todo tipo de fuentes primarias, e interesada en estudiar la mayor cantidad de dimensiones y sujetos que participan en la sociedad.

Para Jaramillo, un historiador debía tener un bagaje en economía, filosofía y derecho, pero también una sensibilidad por el arte y una curiosidad por las expresiones culturales en general. “Todos tenemos que ser un poco positivistas, un poco empiristas, un poco marxistas y un poco de la escuela de los Annales”2, les recomendó en alguna ocasión a los estudiantes de la Universidad Nacional. Con todo, este eclecticismo no debe confundirse con un uso despreocupado de la teoría social, sino con el rechazo al dogmatismo y el interés en abrir la mirada a los procesos sociales en toda su complejidad.

Así, a lo largo de su vida, Jaramillo mantuvo una actitud reflexiva frente a las otras ciencias sociales. La pedagogía y la sociología, entre otras disciplinas, interesaron a Jaramillo desde su formación en la Escuela Normal y sus estudios en Francia, e influenciaron su selección de temas y su acercamiento metodológico. Para Jaramillo, la historia tenía la capacidad de integrar los aportes de las demás ciencias sociales para ofrecer los análisis más completos de la realidad.

Alejado de todo extremismo, Jaramillo advirtió sobre la tentación de construir narraciones maniqueas de la historia. En cambio, abogó por una historiografía que se apartara de explicaciones reduccionistas, que desmitificara “las explicaciones convencionales o hechas para justificar ideologías de dominación”3, y que aportara una visión amplia de la historia, capaz de dar cuenta de las contradicciones y matices de la sociedad.

Todos tenemos que ser un poco positivistas, un poco empiristas, un poco marxistas y un poco de la escuela de los Annales.”Además de su labor investigativa, en la que cubrió una amplia variedad de temas y periodos, debemos recordar también su labor como educador. Primero en la Universidad Nacional, y luego en la Universidad de los Andes, Jaramillo ejerció como profesor universitario hasta entrado el siglo XXI. Igualmente, se preocupó por la divulgación de la historia. Su trabajo como gestor del Manual de Historia de Colombia refleja un interés por acompañar la renovación metodológica de la disciplina con una difusión de los nuevos conocimientos a un público más amplio: el carácter de difusión de todos los textos era una condición inamovible para quienes participaron en el proyecto.

Desde Menocchio, reconocemos el enorme valor que significó la propuesta de Jaramillo Uribe. Preocupado por el lugar de la historia en la sociedad colombiana, se dio a la tarea de hallar nuevas formas para entender mejor a toda la población, al mismo tiempo que buscó hacer asequible este conocimiento a la gente. Aunque gran parte de su legado se mantiene en las múltiples generaciones de historiadores que se formaron bajo su tutela, su espíritu crítico y propositivo es un ejemplo para los estudiantes de historia de hoy. Al reconocer los problemas que atañen a la disciplina actualmente, ellos pueden mirar con ojo crítico las tradiciones y proponer, atendiendo a las condiciones del momento, otras formas de hacer historia. Leamos la obra de Jaramillo, aprendamos de ella, apreciemos críticamente sus fortalezas y limitaciones y discutamos sus conclusiones. No desechemos los aportes de quienes nos anteceden en el estudio de la historia de nuestra sociedad, ni cerremos los ojos a analizar la historia social de nuestra disciplina.

  1. Entrevista realizada por Frank Safford a Jaramillo Uribe, The Hispanic American Review (Durham) Vol 64, No. 1. 1984. P. 11 .
  2. Charla informal pronunciada el 29 de septiembre de 1989 y recopilada en: Jaramillo Uribe, Jaime. «Génesis de los modernos estudios históricos en Colombia: de la Escuela Normal Superior al Departamento de Historia de la Universidad Nacional.» En De la sociología a la historia, 121-133. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2002, p. 133 .
  3. Intervención en el Seminario: La colonización antioqueña del occidente colombiano, reunido en Manizales en 1987. Recopilada en: Jaramillo Uribe, Jaime. De la sociología a la historia, 87-90. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2002, p. 90 .